Muchas veces no sabemos como reaccionar ante situaciones que se nos vienen encima, y nos encontramos ante el momento sin ni siquiera saber las respuestas correctas, reacciones idóneas, opciones a elegir, que pensar, como accionar, que idear para salir a flote. Y se nos pasa esa situación de al frente, pero nos deja la secuela impensable que traería, y despiertas ante la realidad latente del nunca esperado: ¿Y AHORA QUE?...
...Y es cuando te das cuenta de que tienes derecho a sentirte mal, a llorar, a arrepentirte, a pensar una y otra vez, a darle vuelta a la situación a ver si tiene alguna salida, a sentir la calentura del momento de furia, de una inestabilidad que te viene sin haberle llamado, de pensamientos que te abaten dentro, muy dentro. Y así, miles de sensaciones y cosas que se te adhieren aun sin buscarlas.
Y lo que tenemos que entender que hay días y hay días, de los cuales sacamos provecho si nos apetece, pero debemos de tener conciencia de que cuando las cosas nos vienen sin esperarlas, nos pegan muy fuertes, siendo parte aun de esos días, pero no siendo lo que esperábamos que fuera.
Y simplemente nos sorprenden y nos dejan en la inospia de lo inoportuno, y en ves de sacarnos sonrisas, muchas veces nos traen lágrimas.
Pero pasa, todo pasa, incluso ese mal sabor que te deja este cóctel de sensaciones, que te embriaga por dentro... Lo bueno es que en mi caso son simple momentos efímeros, controlados por mi maestro, depositados en EL y olvidados en el tiempo. Viendo en fe maravillada como se convierten esas lagrimas llenas de dolor, en visión, misión, amor, abundancia, prosperidad y alegría, dando como resultado el correcto y esperado por siempre cóctel de lo real y lo vivido.
Y finalmente, llega el día en que te despiertas y te sorprendes de todo lo nuevo que eres, de la capacidad absoluta de amar a un nuevo ser, de lo feliz que te encuentras sin tener razones palpables, y de la vuelta de reconocimiento de lo especial que eres para todos y para ti. Y te empujas a seguir hacia adelante, con el paso de campeón, sin fijarte nunca mas en lo pasado, pues pasó.
Viéndote como nunca te habías visto, como un determinado guerrero de Dios, sabiéndote increíblemente espectacular, dando lo mejor de si, como nunca pensaste volverías a dar, y siendo lo que siempre Dios esperaba que fueras en este momento, justo después de que pasase la tormenta. Lo MAXIMO…
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